EL MUNDO, 2014
Místico romanticismo: Sinfonía N° 4 de Anton Bruckner
Málaga, España
Teatro Cervantes. Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Director: Stefan Lano. Sinfonía Núm. 4 en Mi bemol Mayor, "Romántica" de Anton Bruckner.
El quinto programa de abono de la presente temporada de conciertos de la Filarmónica malagueña ha estado dedicado a una de las obras más singulares del compositor austriaco Anton Bruckner, gran sinfonista y excelente organista titular de la Catedral de Linz. Esta última cualidad imprime carácter a sus composiciones orquestales en las que intentó siempre reflejar la sonoridad y expansión acústica del gran instrumento de teclado por antonomasia. Este hecho queda cercenado en el recinto del Cervantes malagueño, dada su escasa reverberación, tan necesaria para el repertorio sinfónico bruckneriano. Pese a ello, la lectura que ha efectuado el músico norteamericano Stefan Lano ha tenido sentido, fruto tanto de su preparación técnica como de su convicción estética.
En cuanto a la primera hay que indicar que mantiene en todo momento un pulso metronómico ajustado al arco temporal que pide cada uno de los cuatro movimientos de la obra, que es una de las más interesantes para conocer las inquietudes creativas del compositor. Lano ha evitado cualquier gesto superfluo de cara a la galería, circunscribiéndose a su discurso con la sola licencia de retraer los tempi de algunas transiciones con la intención de preparar al oyente a la aparición de nuevos motivos. Tal efecto pudo percibirse ya en la reexposición temática al final del primer movimiento, lo que acentuó el subsiguiente brillo de las trompas. El maestro Lano, siguiendo con su forma de conducir, concretó siempre que él era el centro del espacio eufónico, siendo muy escueto en las indicaciones de matices de su mano izquierda, lo que no supuso desventaja alguna en cuanto a expresión de los contrastes tímbricos y dinámicos tan patentes en esta sinfonía.
En cuanto a su planteamiento estético, hay que resaltar que, siguiendo la revisión que hizo el autor el año 1881, la disposición de los instrumentos de la orquesta jugó un papel fundamental para ser fiel a los parámetros sonoros que pide su exposición; así los violines ocuparon contrapuestos la primera línea del escenario, estando los violonchelos y violas en segundo plano, manteniéndose el viento madera en el centro de la formación flanqueada por las trompas y demás metales, para cerrar el arco orquestal con los contrabajos en una clara misión de crear un ambiente envolvente con sus frecuencias bajas que, en el conjunto mostraba una coherencia fónica que paliaba la sequedad acústica mencionada al principio. La OFM adquiría así una impronta sonora que alcanzó más relevancia en el agitado Scherzo, posiblemente el movimiento más conseguido de la sinfonía, donde Bruckner hace valer sus dotes descriptivas.
Stefan Lano dejó para el final lo mejor del concepto que tiene de la Sinfonía 'Romántica'. Supo trascender el extraño romanticismo asignado a esta obra, descubriendo a su vez el soterrado sentido religioso del compositor desde la aparente alternancia de estados musicales que anticipan la descomposición de este estilo, ya en sus postrimerías, sin perder la expresión mística tan esencial en Bruckner. Sin duda poder percibir y, en este caso, admirar esta tensión estético-espiritual ha sido lo mejor de este concierto, muy superior a la percibida hace cuatro temporadas cuando la OFM interpretó la versión de 1878 de esta misma sinfonía.
José Antonio Cantón